El Ayuntamiento de Getafe denuncia que el colegio Miguel de Cervantes, que este curso acogerá a alumnos de la ESO por el retraso de más de 5 años para la construcción del Instituto en el barrio de Los Molinos, no ha recepcionado aún los barracones donde estos alumnos se verán obligados a estudiar. Este problema, unido a la falta de muebles, que deberían estar colocados para el inicio del curso mañana 9 de septiembre, obligará a los menores a recibir sus primeras clases en el patio.
Como explica la concejal de Educación, Ángeles García, “que los menores sean ubicados en barracones ya es un esperpento que no es digno de la educación pública madrileña, pero que además se les obligue a recibir sus clases en el patio, es más propio de un sistema educativo sin recursos”.
A estas horas, el colegio aún no ha podido programar la limpieza de los barracones para acoger al alumnado, puesto que no están recepcionados, ni tampoco el desembalaje y colocación de los muebles, ni sabe cuánto se demorará.
Getafe también denuncia que está previsto que se partan aulas en dos, con paneles móviles para poder atender varias clases a la vez en el mismo espacio, algo que también se haría en el gimnasio, donde además solicitarán al Ayuntamiento el uso de las pistas de uso libre municipales por falta de horarios para atender a todo el alumnado de la ESO.
Por si fuera poco, esta solución de los barracones que el Ayuntamiento de Getafe y la comunidad educativa rechazan, deja fuera a casi 400 familias, que cada día se ven obligadas a salir del barrio por el retraso acumulado de más de 5 años en la construcción de un Instituto por parte de la Comunidad de Madrid.
Otros problemas de espacio
En el IES Elisa Soriano, del barrio de El Bercial, se mantienen los barracones en el patio, mientras los alumnos y alumnas conviven con las obras inacabadas que debe hacer la Comunidad de Madrid, demostrando que este tipo de medidas que se anuncian como temporales, acaban marcando toda la vida escolar de cientos de alumnos.
Getafe también lleva meses denunciando la falta de espacio del Centro de Educación Especial Santiago Ramón y Cajal, donde se han incorporado una veintena de alumnos y alumnas, sin que la Consejería de Educación aporte una solución accesible para ellos, obligando al centro a dividir las aulas actuales.