La izquierda madrileña empezó a entender la realidad alternativa de Ayuso cuando ya era demasiado tarde. Creyó que iba a resultar fácil ridiculizarla, primero, y descabalgarla del poder, después, y no ha conseguido ni lo uno ni lo otro.
Algunos madrileños sentimos en el Madrid marcado por la política y el estilo de Isabel Díaz Ayuso lo mismo que Sócrates cuando paseaba por el mercado de Atenas: “Cuántas cosas hay aquí que yo no necesito”. Salvando las distancias con el sabio griego, cualquiera nacido y/o ubicado en el barrio de la Latina o en el municipio de Alcorcón podría completar la reflexión con “y cada vez hay menos cosas que de verdad necesito”. En la red social X esto se traduce en “no tenemos cita médica pero al menos hay Fórmula 1”, porque Madrid es cada vez más el paraíso del pelotazo y los intangibles, un cóctel divertidísimo en el que se mezclan rentismo, terrazas, libertad, eventos deportivos y declaraciones inverosímiles y nadie parece usar el dinero público para nada, ni bueno ni malo.